Los cocodrilos son animales solitarios que lloran cuando devoran a
sus presas. Los expertos dicen que es por un mecanismo de sus mandíbulas
que hacen que los lacrimales dejen escapar las lágrimas, por eso parece
que lloran. Pero la realidad es bien distinta. Los cocodrilos lloran
desde que desapareció el último cocoposo, porque saben que ya nunca
podrán volver a volar.
Hace mucho, mucho tiempo, un cocodrilo deseaba volar, y buscó a un
espíritu del bosque para hacerle una petición. “Oh, todo poderoso
espíritu” – decía el cocodrilo – “¿por qué las mariposas después de
pasar una vida como gusanos, tienen el don de volar y poder ver el mundo
desde las alturas y nosotros, los cocodrilos, no?”. El ente del bosque
le respondió con una lacónica respuesta: “Porque tiene que ser así”.
Pero el cocodrilo no se quedó conforme y día a día, seguía
implorando: “Oh, todopoderoso espíritu, ¿podré algún día ver mi lago
desde arriba y tener unas grandes alas de colores con las que salir a
conocer otros mundos?”. “No puede ser así”, respondía una y otra vez el
espíritu del bosque ante las súplicas del cocodrilo.
Hasta que un día, las mariposas se apiadaron de él y decidieron
hablar con el señor de los bosques para que concediese al cocodrilo este
don. Aunque el espíritu del bosque sabía que no saldría bien, al final
se lo concedió, con una extraña advertencia: “Los tuyos llorarán por tu
destino hasta el fin de sus días”.
El cocodrilo se levantó una mañana y ya no era un cocodrilo. Era
mucho más pequeño. Tenía seis patas y algo que salía de su espalda. No
podía creerlo, ¡se había convertido en una mariposa! Lleno de alegría,
levantó el vuelo torpemente y fue a contárselo a sus amigos cocodrilos.
Cuando pasó sobre el agua se vio reflejado: era un ser extraño, cuerpo
de mariposa y cabeza de cocodrilo.
Vio a sus familiares y éstos no podían creerlo. ¡Podía volar! Si el
espíritu del bosque les concedía a ellos ese favor, podrían conocer
también el mundo. Pero de pronto, un humano encontró al nuevo cocoposo y
lo capturó. “Es un ejemplar único”, decía el hombre mientras lo metía
en un bote de cristal. Pero los cocodrilos sabían lo que los humanos
hacían a los de su especie… y supieron que ese era el fin del primer y
único cocoposo.
*Publicado originalmente en Literaturate.
0 Comentarios